Trastornos mentales: beneficios del ejercicio físico como tratamiento auxiliar
Autor Chimalli Digital
Está comprobado mediante diversos estudios científicos que el ejercicio físico es un método significativo en la atención del estrés, así como en el tratamiento de la depresión, la curación de heridas y, como seguramente ya has escuchado, en la prevención de enfermedades.
En relación a la salud mental, existe un considerable número de estudios científicos longitudinales y transversales que han evidenciado que el ejercicio físico representa una estrategia preventiva y en una perspectiva auxiliar en el tratamiento de los trastornos mentales.
Por lo que, hay suficiente evidencia que respalda al ejercicio físico realizado con regularidad como un tratamiento viable y efectivo, aun en monoterapia, para el tratamiento de la depresión leve a moderado; pese a que el mismo suele ser infrautilizado.
Así mismo, se tiene evidencia de que realizar ejercicio físico de forma regular puede, del mismo modo, ser usado en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.
En las alteraciones de la imagen corporal, en personas con problemas relacionados a la discapacidad y como auxiliar en la esquizofrenia, los trastornos conversivos y la dependencia alcohólica.
De este modo, se ha puesto de manifiesto que las formas más efectivas de ejercicio físico son los ejercicios aeróbicos (como son el caminar, trotar, andar en bicicleta, nadar, entre otros) y los ejercicios de fuerza.
Relación entre el ejercicio físico y la salud mental
Si bien es cierto que los beneficios psicológicos, de llevar a cabo ejercicio físico, en personas sin trastornos mentales es ampliamente son ampliamente conocidos, son aún más significativos para aquellas personas con diagnósticos psiquiátricos.
Dicho esto, podemos ver a continuación la relación que hay entre los diversos aspectos que conforman a la salud global (mental y física) de una persona y el ejercicio físico:
El ejercicio físico mejora el estado de ánimo al aumentar la circulación sanguínea cerebral.
De la misma forma que, ejerce influencia sobre el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal y, mediante este, sobre la respuesta fisiológica al estrés.
Por añadidura, el ejercicio físico es capaz de contrarrestar el estado de ánimo negativo, ya que mejora la autoestima y la función cognitiva.
El ejercicio físico representa una estrategia auxiliar no farmacológica para la atención de trastornos del sueño.
Una de las posibles formas mediante la cual el ejercicio físico mejora la cognición en personas adultas mayores riesgo de padecer demencia es una regulación de la función vascular cerebral y la perfusión cerebral.
El ejercicio físico de resistencia en personas adultas mayores induce una mejoría tanto en la función cognitiva como en el estado de ánimo, de acuerdo a lo observado por investigadores.
Lo que es ocasionado por un aumento del flujo sanguíneo a áreas críticas del sistema nervioso central asociadas con el aprendizaje y otras funciones mentales superiores.
El ejercicio físico mitiga síntomas de baja autoestima y aislamiento social. Asimismo, mejora la autoestima física y la percepción de la condición física.
A su vez, se ha comprobado que las personas que llevan a cabo ejercicio físico presentan menos síntomas de estrés y mayor bienestar psicológico que aquellas que no lo hacen.
El ejercicio físico genera un efecto positivo sobre la calidad de vida y aquella asociada a la salud en todas las personas.
El ejercicio físico coadyuva a estilos de afrontamiento efectivos y positivos.
Se ha observado que el ejercicio físico regular mejora la salud cardiovascular, lo cual es especialmente importante para aquellas personas que se encuentren en tratamiento con psicofármacos, ya que puede reducir o evitar posibles efectos secundarios ocasionados por los medicamentos.
El ejercicio físico reduce el estrés, aumentando la energía y la alerta mental, así como la resistencia corporal general.
Los objetivos que se suelen buscar cuando se práctica ejercicio físico como tratamiento auxiliar de trastornos mentales suelen ser: aprender a manejar el dolor, aumentar la movilidad articular, aprender ejercicios de relajación, mejorar la fuerza, resistencia y equilibrio.
Entrenamiento de la marcha y algún otro que recomiende el psiquiatra o el psicólogo según sea el caso.
Las intervenciones con ejercicio físico más comunes son:
🌔 Ejercicios de relajación y respiración profunda.
🌔 Ejercicios de estiramiento, calistenia, caminar, correr, ejercicios aeróbicos y natación.
🌔 Ejercicios de rango de movimiento, fuerza y resistencia.
🌔 Ejercicios de coordinación.
🌔 Manejo postural: los cambios regulares en la posición del cuerpo son fundamentales para la prevención de la mala postura, tensión muscular, espasmos y disminución del movimiento articular.
🌔 Equilibrio y entrenamiento de la marcha.
El ejercicio físico en el tratamiento de trastornos mentales específicos
Ejercicio físico y depresión
El ejercicio físico incrementa el volumen cerebral del hipocampo (asociado con el aprendizaje y la memoria), incrementa los niveles sanguíneos de algunas citocinas e incide en la neurotransmisión en pacientes diagnosticados con depresión.
De esta manera, diversas investigaciones científicas han demostrado una asociación positiva entre el ejercicio físico y una mejoría en la depresión clínica.
En la actualidad, ha llegado a ser considerado como un tratamiento de primer nivel, inclusive en monoterapia, para pacientes con depresión leve a moderada.
Cuando se trata de gestionar la depresión, no existe un ejercicio que podamos considerar como correcto o incorrecto.
De ese modo, varias intervenciones (ejercicio aeróbico, ejercicio de resistencia, caminar, hidroterapia, terapia de baile, yoga, entre otros) han resultado efectivas para disminuir síntomas de depresión.
Es recomendable llevar a cabo una rutina de ejercicio físico en sesiones de entre 30 minutos a 1 hora, 3 veces por semana, por lo menos durante 10 a 14 semanas.
Aunque en Soluciones Inteligentes recomendamos que la estrategia de ejercicio se mantenga como un hábito permanente para no perder los beneficios.
En paralelo, los ejercicios de mayor intensidad (trotar u otros ejercicios aeróbicos) contribuye a la liberación de endorfinas las cuales tienen un efecto sistémico tanto sobre el cuerpo como la mente.
En tanto que, los ejercicios de menor intensidad (yoga, pilates) contribuyen a la relajación del paciente y a conectarlo con su cuerpo.
De igual forma en pacientes con depresión se recomienda realizar ejercicios de estiramiento muscular y la esferodinamia.
Ejercicio físico y ansiedad
Las mejorías más importantes, para personas diagnosticadas con ansiedad y que practican ejercicio, se han observado en pacientes que realizan rutinas de ejercicios rítmicos, aeróbicos y respiratorios.
Asimismo, en aquellos que usan grandes grupos musculares (natación, trotar, caminata, ciclismo, por mencionar algunos) de baja a moderada intensidad.
Es recomendable diseñar sesiones de ejercicio que duren entre 30 a 45 minutos, al menos 3 veces por semana. Los beneficios se harán más destacables a partir de las 10 semanas de rutina, aproximadamente.
En cuanto a los trastornos de ansiedad, los beneficios se observan debido al aumento en la liberación de endorfinas, cambios en la temperatura corporal y en el flujo sanguíneo cerebral.
Adicionalmente, a un impacto positivo en el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal y en la fisiología de respuesta al estrés.
Por lo tanto, la conciencia gradual de las sensaciones corporales producidas por el tratamiento fisioterapéutico de ansiedad representa una oportunidad para encontrar y gestionar los síntomas presentados por el paciente (irritabilidad, hiperventilación, inquietud, entre otros).
Por último, la fisioterapia ayuda al paciente a aprender a lidiar con la ansiedad en lugar de escapar de ella y a discernir y comprender las diferentes sensaciones corporales, lo que permite controlar los síntomas y prevenir su desbordamiento.
Ejercicio físico y estrés postraumático
Nuevas investigaciones han comprobado efectos clínicamente notables al incorporar un programa individualizado y estructurado de ejercicios físicos, que integre caminatas con ejercicios de resistencia.
Así mismo, el yoga ha reportado efectos positivos importantes en este grupo de pacientes.
Ejercicio físico y esquizofrenia
A la vez que, el ejercicio físico, el yoga y la terapia manual han evidenciado su efectividad en el manejo de pacientes con diagnóstico de esquizofrenia, como tratamiento auxiliar al manejo convencional.
Igualmente, el ejercicio aeróbico está relacionado con el funcionamiento psicosocial en pacientes con esquizofrenia, por lo tanto, es recomendable incluirlo de forma regular en los programas de tratamiento de este grupo de pacientes.
Dicho ejercicio aeróbico se encuentra asociado con un aumento del factor neurotrófico derivado del cerebro y del factor similar a la insulina-1, que están relacionados a neurogénesis, angiogénesis y neuroplasticidad.
Ejercicio físico y catatonia
Mientras que los pacientes con catatonia requieren de fisioterapia y ejercicios físicos como medidas auxiliares al tratamiento médico.
Los objetivos fisioterapéuticos que se buscan alcanzar con apoyo de rutinas de ejercicio son:
🌔 Aumentar la motivación del paciente.
🌔 Mejorar el balance muscular.
🌔 Mejorar la orientación.
🌔 Ayudar al paciente a no desarrollar presión en reparos anatómicos, mediante cambios frecuentes de posición y la utilización de colchones de aire.
🌔 Iniciar un programa de facilitación neuromuscular propioceptiva.
🌔 Lograr de forma rápida la sedestación, para posteriormente iniciar movimiento.
Ejercicio físico y abuso de sustancias
Finalmente, el ejercicio físico ha ganado recientemente bastante atención como terapia auxiliar para el trastorno por abuso de alcohol y otras sustancias.
Se ha observado que el ejercicio aeróbico grupal de moderada intensidad y yoga son beneficiosos en el trastorno por abuso de alcohol.
En tanto que, el entrenamiento de alta intensidad en intervalos y las intervenciones integradas aeróbicas y basadas en ejercicios de resistencia son factibles, aceptables y efectivas en el tratamiento del abuso de metanfetaminas y otros trastornos por uso de sustancias.
En definitiva, es necesario que exista una atención integral en el tratamiento de personas diagnosticadas con algún trastorno mental, integrando el servicio médico de un psiquiatra, la terapia de un psicólogo y la disciplina del paciente para realizar alguna rutina de ejercicio físico.
“Nada, a mi modo de ver, es una mejor prueba de una mente bien ordenada que la capacidad de un hombre de detenerse justo donde está y pasar algún tiempo en su propia compañía.” (Seneca)
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