Eje microbiota-intestino-cerebro: ¿Qué relación tienen los probióticos con nuestra salud mental?
Autor Chimalli Digital
En primer lugar, es importante mencionar a la microbiota intestinal, que tal como hemos mencionado en otras ocasiones, se trata de un conjunto complejo de bacterias, virus, protozoos, arqueas y hongos que viven en el tracto gastrointestinal humano.
Las bacterias son imprescindibles para una diversa cantidad de procesos fisiológicos, tan es así que la cantidad de estas en el cuerpo humano apenas es superada ligeramente por la cantidad de células del cuerpo humano.
Resulta interesante mencionar que las mitocondrias, orgánulos celulares que funcionan como plantas de energía para el cuerpo generando trifosfato de adenosina (ATP), también son de origen bacteriano y parecen estar asociadas con las proteobacterias.
Lo cual nos permite observar de manera enfática el rol central que ejercen las bacterias en relación a nuestra vida, salud y enfermedades.
Siendo importante destacar que los filotipos predominantes en el intestino son Firmicutes y Bacteroidetes; no obstante, hay una gran individualidad similar a una huella digital de las comunidades microbianas.
Y los términos “microbioma intestinal saludable” y “disbiosis” siguen siendo controvertidos.
Dicho lo anterior, es pertinente hacernos algunas preguntas…
¿Qué es el eje microbiota-intestino-cerebro?
El eje microbiota-intestino-cerebro es un complejo sistema de comunicación entre el tracto gastrointestinal humano, los microorganismos que lo habitan y el sistema nervioso periférico y central.
Este eje se encarga de transmitir e interpretar de manera constante la información desde la periferia al cerebro y viceversa.
Los mecanismos exactos de esta comunicación todavía se encuentran bajo investigación e incluyen vías neurales (nervio vago y sistema nervioso entérico), endocrinas (cortisol y eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal e inmunes (citoquinas).
Cabe mencionar que estas vías también se encuentran a menudo alteradas en el contexto de los trastornos psiquiátricos.
La microbiota intestinal es un objetivo modificable con potencial de modificación epigenética y, por lo tanto, podría llegar a utilizarse para tratar y mejorar los síntomas ocasionados por los trastornos psiquiátricos.
El eje microbiota-intestino-cerebro se puede ajustar con ciertos prebióticos (modificación de la dieta/dietas ricas en fibra no digerible), probióticos (bacterias vivas), antibióticos, simbióticos (combinaciones de prebióticos y probióticos), postbióticos (productos de fermentación bacteriana como ácidos grasos de cadena corta) y trasplante de microbiota fecal.
Todos estos planteamientos podrían considerarse psicobióticos potenciales, ya que se piensa que mejoran la salud mental mediante sus propiedades para modificar la microbiota intestinal.
¿Qué son los probióticos?
Los probióticos son microorganismos vivos (como bacterias y levaduras) que, cuando se administran en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios para la salud del huésped.
El tratamiento de la depresión y la ansiedad con probióticos se propuso por primera vez en 1910 y posteriormente se reviso en el año 2005.
Hasta el momento, solo un numero limitado de estudios clínicos han demostrado los efectos de los probióticos en el eje microbiota-intestino-cerebro y su posible eficacia en el tratamiento de trastornos psiquiátricos.
¿Cuáles son los componentes del eje microbiota-intestino-cerebro?
Los microbios intestinales interactúan de manera regular con el cerebro mediante diversas vías, en la cual están integradas la regulación inmunitaria, el metabolismo de los neurotransmisores, los productos de fermentación bacteriana y los aferentes vagales.
Por añadidura, la microbiota intestinal determina la capacidad de respuesta al estrés al influir en el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal y diversos probióticos pueden modificar las respuestas de cortisol al estrés.
Más aún, los niveles elevados de estrés se encuentran asociados con la ansiedad y la depresión. Siendo que las tasas de depresión y ansiedad son desmesuradamente altas en pacientes con trastornos intestinales funcionales.
Mikocka-Walus y su equipo de científicos hallaron que, al integrar estudios que examinaron los síntomas con escalas de detección validadas (es decir, la escala de ansiedad y depresión del hospital) o la entrevista clínica estructurada para DSM.
La proporción media agrupada de ansiedad en enfermedades inflamatorias del intestino frente a controles sanos fue de 19.1% contra 9.6%.
Mientras que, para la depresión fue del 21.2% contra 13.4%.
¿Qué son los psicobióticos?
Antes que nada, los psicobióticos se tratan de probióticos que producen cambios del estado de ánimo, la ansiedad y la función cognitiva.
Dicho esto, el termino psicobióticos consta de todas las intervenciones dirigidas a la microbiota intestinal, como los probióticos y los prebióticos, las cuales tienen un impacto en las relaciones bacterias-cerebro.
Los probióticos, bacterias vivas con propiedades para mejorar la salud, se dosifican en unidades formadoras de colonias.
En la mayor parte de los estudios se administran probióticos como especies de Lactobacillus y Bifidobacterias, así como también se usan cepas de levadura (como Saccharomyces boulardii ).
Los científicos consideran que los probióticos contribuyen a un entorno intestinal equilibrado al suprimir los patógenos e interactuar con la microbiota intestinal del huésped.
Algunas especies bacterianas no son intrínsecamente patógenas, debido a que se encuentran en pequeñas cantidades en huéspedes sanos; no obstante, de convertirse en una especie dominante en el ambiente intestinal, ocasionan que el huésped enferme.
En consecuencia, un entorno diverso es fundamental y los científicos consideran que los probióticos coadyuvan a esta diversidad.
Adicionalmente, entrenan el sistema inmunitario y tienen efectos sobre el metabolismo y la función hormonal.
Uno de los principales determinantes de la composición de la microbiota intestinal son los prebióticos y la dieta. Las dietas basadas en animales y plantas ocasionan cambios drásticos en la microbiota intestinal en cuestión de días.
En particular algunos estilos dietéticos, como la dieta mediterránea, son ricos en alimentos de origen vegetal y fibra que promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas.
Mientras que algunos suplementos dietéticos, como los ácidos grasos omega-3, se utilizan en el tratamiento de los trastornos depresivos, no obstante, la mayoría de los suplementos dietéticos aún carecen de evidencia científica.
En la actualidad, los suplementos alimenticios probióticos se prueban ampliamente como un tratamiento complementario para los trastornos psiquiátricos.
Inflamación intestinal; ¿Cómo afectan los probióticos y el nervio vago?
La hipótesis sobre los trastornos psiquiátricos como causa de la inflamación intestinal ha sido recientemente el centro de atención; no obstante, aún no esta claro dónde se origina realmente la inflamación crónica de bajo grado que caracteriza a muchos trastornos psiquiátricos.
Los productos de fermentación bacteriana como el butirato son esenciales para la integridad de la barrera intestinal y afectan el sistema nervioso periférico y central al alterar la expresión del factor neurotrófico derivado del cerebro.
Los investigadores han hallado que estos productos de fermentación bacteriana son cruciales en los trastornos psiquiátricos; por ejemplo, encontraron que son más bajos en personas que padecen depresión.
Los productos de fermentación bacteriana son de vital importancia para la función de la barrera intestinal.
Una interrupción en la integridad de la barrera intestinal podría conducir a la translocación de bacterias y antígenos bacterianos, como los lipopolisacáridos, al torrente sanguíneo, lo cual ocasiona una inflamación crónica de bajo grado.
Con el fin de mantener la homeostasis, el sistema nervioso periférico y central responde constantemente a las señales ambientales transmitidas por el nervio vago, el cual es uno de los principales actores en la comunicación del eje microbiota-intestino-cerebro.
La producción de citocinas periféricas provoca el reflejo antiinflamatorio vagal que desemboca en la producción de acetilcolina, lo que previene el daño tisular por la liberación excesiva de citocinas.
Más aún, investigaciones recientes indicaron distorsiones de la microbiota intestinal, así como del tono vagal en personas que padecen depresión, pacientes con trastornos de ansiedad y esquizofrenia.
Ciertos probióticos, como Bifidobacterium envían señales al cerebro mediante vías vagales. Cuando se corta el nervio vagal, algunos probióticos ya no muestran efectos sobre el cerebro y el comportamiento.
Efectos de los probióticos en personas que padecen depresión
La depresión mayor se encuentra entre los trastornos más prevalentes en todo el mundo y, por lo tanto, es de suma importancia en el contexto de la política de salud.
Las personas que padecen depresión muestran diferencias significativas en la composición de la microbiota intestinal en comparación con aquellas sin depresión.
De acuerdo a investigaciones científicas, cuando las ratas son colonizadas con materia fecal de pacientes con depresión, presentan síntomas similares a los depresivos. No obstante, no han hallado una firma especifica de disbiosis en la depresión.
Diversos estudios científicos han investigado los efectos de los probióticos en el estado de ánimo. La mayoría de ellos han sido realizados en poblaciones sanas o en participantes sin un trastorno depresivo adecuadamente diagnosticado.
A día de hoy, diversos metaanálisis respaldan el uso de probióticos para mejorar el estado de ánimo. No obstante, los efectos en el estado de ánimo solo son significativos en los participantes que presentan síntomas de depresión.
En la actualidad, existen algunos ensayos clínicos controlados aleatorios de probióticos que utilizan predominantemente especies de Lactobacillus y Bifidobacterium para tratar la depresión.
Akkaseh y su equipo de investigadores integraron a 40 participantes con trastorno depresivo mayor en el ensayo clínico controlado aleatorio probiótico.
Posterior a 8 semanas, los 20 pacientes en el grupo de intervención activa mostraron puntajes BDI significativamente más bajos en comparación con el grupo placebo.
Otro ensayo clínico controlado aleatorio de Kazemi y su equipo de científicos incluyó a 110 participantes, de los cuales 36 recibieron un probiótico, 38 recibieron un placebo y 35 recibieron un prebiótico.
Después de 8 semanas de suplementación, el grupo de probióticos mostró una reducción considerable de la puntuación BDI en comparación con los otros grupos.
Majeed y su equipo de investigadores integraron a 40 pacientes con un diagnostico conjunto de trastorno depresivo mayor y síndrome del intestino irritable.
Veinte de ellos fueron asignados al grupo de probióticos y veinte al grupo de placebo para una intervención de 90 días.
Posterior a la intervención, el grupo de probióticos mostró una mejora notable en las escalas de depresión; Hamilton Rating Scale for Depression, Montgomery-Asberg Depression Rating Scale, Center for Epidemiologic Studies Depression Scale.
No obstante, en este estudio no pudieron obtener conclusiones claras con respecto a los pacientes con trastorno depresivo mayor, debido al codiagnóstico de síndrome del intestino irritable.
Hallaron una reducción significativa de las puntuaciones de depresión, pero no de las puntuaciones de ansiedad en el ensayo clínico de Pinto-Sanchez y su equipo de investigadores.
Después de un tratamiento de 6 semanas de 22 pacientes que recibieron Bifidobacterium longum en comparación con 22 pacientes que recibieron un placebo.
Sin embargo, debido a la escasez de estudios, no resulta posible sacar conclusiones directas respecto a las combinaciones óptimas de cepas y la duración del tratamiento.
No obstante, la suplementación con probióticos a largo plazo puede tener algún fundamento, ya que los probióticos no se pueden detectar en las heces de 1 a 4 semanas posteriores de suspender el consumo.
Efectos de los probióticos en personas que padecen ansiedad
Se han realizado múltiples estudios que examinan los efectos de los probióticos sobre los síntomas de ansiedad en otras enfermedades como el síndrome del intestino irritable.
En estudios con animales, el estrés, la respuesta del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal y el comportamiento asociado con la ansiedad resultaron afectados tras la ingesta de probióticos; no obstante, los resultados fueron con frecuencia inconsistentes.
Existe solo una publicación que informa datos de un ensayo clínico controlado aleatorio de un probiótico para tratar a pacientes con un trastorno de ansiedad diagnosticado, trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Dicho ensayo clínico iraní probó el impacto de una intervención de 8 semanas con un probiótico de múltiples cepas que contenía Bifidobacterium longum, Bifidobacterium bifidum, Bifidobacterium lactis y Lactobacillus acidophilus.
Los investigadores asignaron a 24 pacientes al grupo de intervención con probióticos y 24 al grupo de control.
Administraron capsulas de probióticos y placebo como terapia adicional, ya que tanto el grupo de control como el de intervención con probióticos recibieron una terapia inicial con inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina con sertralina.
Usaron la Escala de Calificación de Hamilton para la Ansiedad, el Inventario de Ansiedad de Beck y el Inventario de Ansiedad Rasgo Estatal para cuantificar los síntomas de ansiedad antes y después de la intervención con probióticos.
Después de 8 semanas, observaron una reducción sustancial en la puntuación de Hamilton en el grupo que recibió probióticos y sertralina en comparación con el grupo de sertralina más placebo.
No obstante, la puntuación de Beck no fue notablemente diferente. Después de 8 semanas, solo el estado de ansiedad fue diferente en el grupo que recibió sertralina más probióticos, pero no el rasgo de ansiedad.
En correspondencia con los marcadores biológicos, los investigadores midieron los niveles de cortisol sérico y de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH).
Dichos parámetros no cambiaron apreciablemente ni en el grupo de intervención ni en el de control.
Lamentablemente, no se han realizado más estudios de intervención en personas con trastornos de ansiedad clínicamente relevantes.
Si bien el ensayo clínico iraní resulta alentador, ya que describió resultados preclínicos prometedores, se requiere mayor investigación en esta área.
Efectos de los probióticos en personas que padecen esquizofrenia
La esquizofrenia es fundamentalmente un trastorno hereditario; no obstante, muchos investigadores asumen un posible rol etiológico de la microbioma intestinal mediante la modulación epigenética.
Es decir, la dieta y la exposición a agentes infecciosos.
Así como, la influencia sobre el sistema inmunitario y la neuroinflamación.
Sorprendentemente, es de conocimiento de los científicos que muchos de los loci genéticos asociados con la esquizofrenia modulan el sistema inmunitario y la inflamación.
Más aún, han hallado cambios en los neurotransmisores centrales en ratones después de que recibieran un trasplante fecal de microbiota proveniente de pacientes que padecen esquizofrenia.
Los investigadores han llevado a cabo algunos estudios científicos en los que incluyeron pacientes con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo.
En los que probaron una intervención con probióticos multicepa que contenía Lactobacillus rhamnosus y Bifidobacterium animalis subsp. lactis.
Con dichos probióticos no lograron obtener efectos sustanciales en la puntuación total de la Escala de Síntomas Positivos y Negativos después de 14 semanas de intervención en dichos estudios.
No obstante, Dickerson y su equipo de científicos informaron de un riesgo reducido de problemas intestinales graves en pacientes con síntomas de esquizofrenia moderados a graves después del tratamiento con el suplemento con probióticos.
Mientras que Tomasik y su equipo de investigadores hallaron efectos inmunomoduladores sistémicos, mediante la modulación de citocinas, de la suplementación con probióticos, reducción del factor von Willebrand reactivo de fase aguda.
Adicionalmente, otro ensayo clínico controlado aleatorio de Severance y su equipo de científicos mostraron una relación inversa del nivel de anticuerpos de C. Albicans con los síntomas gastrointestinales en pacientes con esquizofrenia.
A la postre, el estudio más reciente probó un suplemento con probióticos en combinación con vitamina D3.
Ghaderi y su equipo de investigadores pusieron de manifiesto un efecto significativo de una intervención de 12 semanas en la puntuación de la Escala de Síntomas Positivos y Negativos.
No obstante, no consiguieron un impacto de la intervención en las subpuntuaciones de dicha escala.
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